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El regreso de David Cameron a la política británica, la jugada arriesgada de Sunak

El regreso de David Cameron a la política británica, la jugada arriesgada de Sunak

Luego de siete años alejado del poder, el ex primer ministro fue nombrado nuevo canciller. Análisis.

El retorno a la escena política de David Cameron, uno de los ex primeros ministros británicos más influyentes de los últimos tiempos, sacudió esta semana los estamentos del sistema parlamentario del Reino Unido y podría ser un factor que incline la balanza en las elecciones generales previstas para el 2024.

Ese eventual cálculo electoral habría sido el motor de los últimos enroques en el gobierno de Rishi Sunak quien, acorralado por las presiones dentro de su propio partido Conservador, apeló por un movimiento pocas veces visto en la política británica: incorporar en su consejo de ministros como secretario de Asuntos Exteriores a una figura como Cameron, un ex primer ministro retirado de la política desde el 2016.

Su designación fue defendida por Sunak, quien alegó que es un factor unitario para su partido. Pero, en contraste, esta jugada es vista por otros sectores como una medida arriesgada que podría costarle a la tolda conservadora, en el poder desde el 2010, una contundente derrota en las votaciones de 2024 cuyos pronósticos ya hablan de un triunfal retorno al poder del opositor partido Laborista.

El pretexto para el sacudón ministerial fue la destitución de la exministra del Interior Suella Braverman, la emblemática carta del ala dura de los tories (como les suelen decir a los conservadores). Ella, desde esa cartera, encendió la flema tras escribir una columna de opinión en la que criticó a la policía londinense por permitir una marcha pro-palestina. En medio de las críticas, Sunak cesó a Braverman y su puesto en el Ministerio del Interior lo ocupó James Cleverly, quien le dejó la cartera de Relaciones Exteriores a Cameron.

Sunak

El primer ministro británico, Rishi Sunak, y el líder del principal partido laborista de la oposición, Keir Starmer (izquierda).

Foto: 

AFP

Ahora, la incertidumbre está sobre qué influencia electoral puede tener el reencauche de Cameron tras siete años fuera de la política británica luego de salir del poder empujado por su fracasado intento por evitar la salida británica de la Unión Europea (brexit) durante el referéndum del 2016.

Con un Cameron ahora en la codiciada posición de jefe de la diplomacia británica también queda el interrogante de cómo se manejará en el nuevo escenario internacional donde hay dos confrontaciones bélicas abiertas: una en Ucrania y otra en Oriente Próximo entre Israel y el movimiento islamista Hamás. Lo cierto es que en el Reino Unido muchos saludaron su experiencia y su habilidad negociadora como dignatario, lo que le facilitó acercarse a China cuando el presidente Xi Jinping llegó al poder.

Sin embargo, saltan dudas en el interior de los círculos de poder británico por la capacidad del Parlamento para fiscalizar la actuación de Cameron. Esto porque el sistema parlamentario británico tradicionalmente establece como norma que los funcionarios del gobierno deben ser electos como miembros de la Cámara de los Comunes (Cámara baja) y están expuestos a las interpelaciones. Algo de lo que está exento Cameron, quien ni siquiera es parlamentario y tuvo que ser nombrado ‘lord vitalicio’ para poder ingresar en la Cámara alta.

¿Qué significa el regreso de David Cameron

Cameron es el tercer ex primer ministro en convertirse en secretario de Relaciones Exteriores desde 1900 después de Arthur Balfour y Alec Douglas-Home, y el tercer ministro del gabinete en las últimas décadas en servir desde la Cámara de los Lores (Cámara alta).

Cameron “estaba desesperado por regresar al gobierno al no haber logrado encontrar un papel que lo satisficiera fuera de la política”, según las revelaciones que hicieron sus aliados al prestigioso diario The Guardian.

Cameron “estaba desesperado por regresar al gobierno al no haber logrado encontrar un papel que lo satisficiera fuera de la política

Desde que dejó Downing Street, sede del gobierno, Cameron ha trabajado como presidente del instituto Alzheimer’s Research UK y de profesor en la Universidad de Nueva York en Abu Dhabi. También, y de manera más controvertida, como asesor de Greensill Capital, una fallida empresa británica de servicios financieros.

No obstante, Cameron tiene una amplia hoja de vida. Este exejecutivo de relaciones públicas educado en Oxford llevó a los conservadores de regreso al poder en 2010 después de 13 años en la oposición. Dirigió al Reino Unido durante seis años y llegó al poder de la mano de una coalición incómoda para los demócratas liberales.

En ese entonces el inquilino del número 10 de Downing Street tenía 43 años y se había convertido en uno de los primer ministros más jóvenes de la historia británica. Su estilo jovial y carismático le valieron que se le comparara con el ex primer ministro laborista Tony Blair.

Hablaba de ‘conservadurismo compasivo’ al tratar de orientar a los tories a posiciones más centristas en un intento por aumentar la popularidad de los conservadores. “Tenía una actitud similar a la del Blair laborista y neoliberal”, recuerda el veterano periodista Christopher Field, quien fue testigo de ambos gobiernos como comentarista de la revista política The Spectator.

Entre los avales que pudieron servirle en su gestión como jefe de la diplomática británica están la política que desarrolló a nivel internacional en la era post-Irak que abordó los nuevos desafíos de la Primavera Árabe, así como una Rusia más agresiva, al tiempo que garantizó que el Reino Unido desempeñara un papel pleno en la lucha global contra el movimiento armado del Estado Islámico (Isis). Trabajó para garantizar que su país construyera una asociación sólida con la India y se convirtiera en el socio preferido de China en Occidente. En todo momento, defendió la relación especial con Estados Unidos, trabajando en estrecha colaboración con el entonces presidente Barack Obama.

David Cameron

David Cameron

Foto: 

Kin Cheung / POOL / AFP

Caída y renovación

Pero, de todo esto, se le recuerda por dos decisiones tomadas en su gobierno que siguen hoy repercutiendo en la agenda política, social y económica de los británicos: su dura economía de austeridad y su fatídica decisión de celebrar la votación del bréxit.
Sus críticos lo acusan de impulsar a la pobreza a millones de británicos con sus profundos recortes al bienestar social y otros gastos públicos en atención médica y educación después de la crisis económica mundial de 2008.

También lo señalan de haber tenido una errónea lectura política y celebrar el referéndum sobre la membresía en la UE en un intento por aplacar a los conservadores rebeldes y alejar al derechista Partido de la Independencia del Reino Unido. Esa movida le valió perder el cargo como primer ministro. El bando de Cameron, a favor de permanecer en la UE, fue derrotado obteniendo el 48 por ciento de los votos frente al 52 por ciento del bando que pedía la salida.

Hablaba de ‘conservadurismo compasivo’ al tratar de orientar a los tories a posiciones más centristas en un intento por aumentar la popularidad de los conservadores.

Con su liderazgo conservador hecho pedazos, Cameron se recluyó en su lujoso cobertizo de 25.000 libras esterlinas desde donde escribió sus memorias. Ese libro fue elogiado por sus críticos por la honestidad con la que escribió sobre los errores que había cometido en el bréxit. Sin embargo, el libro se vendió mal representando solo una quinta parte de las ventas de la autobiografía de Tony Blair durante su primer año.

Además de sus escritos y su trabajo para la Investigación del Alzheimer, Cameron se convirtió en presidente de la junta de patrocinadores del Servicio Nacional de Ciudadanos, una organización que había creado mientras estaba en el cargo como primer ministro para encarnar su idea de la “gran sociedad”.

En febrero de 2020, rechazó un acercamiento de su enemigo político Boris Johnson para liderar la preparación del Reino Unido para la conferencia de la COP26 en Glasgow.

En los últimos años, se vio envuelto en un escándalo conocido como el ‘Greensill’, donde se reveló que presionó a funcionarios para asegurar préstamos de emergencia para la empresa financiera. Además, a Cameron le han llovido críticas sobre posibles conflictos de interés y su relación con el Estado chino por su papel en un fondo de inversión entre Pekín y Londres.

Con ese historial, los observadores ya predicen que, de una u otra forma, la vuelta de Cameron a la escena política puede cambiar las fichas del tablero político británico y hasta internacional de los próximos años.

Ahora, desde el puesto de Canciller, Sunak espera que la jugada de traer a Cameron a la escena política después de siete años ayude a un Partido Conservador en apuros y con las encuestas situándolos con una desventaja de 18 puntos porcentuales con respecto al Partido Laborista para las elecciones de 2024.

By dPrimeramano

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